martes, 22 de enero de 2008

El camino sigue y sigue (Parte 2)

El dibujito que le hizo Antonio a Bea al despedirnos.

- Acongojados por la noticia nos dispusimos a tomárnoslo con calma... pero todos los pasajeros se abalanzaron como locos al mostrador a gritar a los pobres azafatos y azafatas y a decirles que eran unos ladrones y que les iban a denunciar y a cortarles lo que les cuelga (quizás exagero un poco).
Comenzaron a repartir hojas de reclamación y yo, la verdad, es que pasaba un poco. A mí solo me preocupaba la idea de que el avión pudiera caerse a mitad de vuelo por culpa de un tornillo que no encajaba (he de decir que la serie "Perdidos" estaba de moda por esta época, por lo tanto la identificación con ellos era inevitable).
Los minutos pasaron... las horas también. Avisamos a familiares de lo ocurrido y nos fuimos a comer con los vales que nos dió la compañía.

En la cafetería, una amable camarera nos atendió con buen gusto y con cariño. Ahora veamos como cambia la cosa si transformamos las palabras "buen gusto" por "una cara de acelga", y "cariño" por "una mala ostia que te cagas".
Encima de lo que nos estaba pasando que la camarera se enfadase por tener que servirnos ya es la repanocha.
Retrato de Betty, indignada, mientras
comíamos en la cafetería (la verdad, es
que la imágen está edulcorada).

Después de comer, volvimos a nuestros puestos de combate donde aproveché para cargar el movil en una columna de la sala, pasear por los alrededores curioseando por el Dutifrí ese y viendo como la gente seguía martirizando a los pobres azafaiffols.

Pasó el tiempo y, ¡oh, my God!, el avión con la pieza que venía desde Ámsterdam llegó al aeropuerto y todos los pasajeros gritaron de júbilo y cantaron alabanzas con jolgorio y animosidad... hasta que... ¡nos dijeron que la pieza que habían traido no encajaba tampoco y el avioncito de rescate tenía que volver a Ámsterdam a por otra pieza! ¡Ja ja ja! ¡Qué risa, tía Felisa!
Imaginad la reacción del público.

Los técnicos reparando el avión y diciéndose entre ellos:
- "¡Coño, si nos han dao un donus en vez de la tuerca!"
- Nah, tú ponlo así tapao que no se nota..."

Otra vez espera y espera. Aunque esta vez comenzaron a embarcar a pasajeros en otros vuelos con destinos compatibles, siguiendo un método de selección (familias, personas mayores, etc. etc., primero...).
Seguimos a la espera.

Más espera...

Horas y horas...

Entonces un joven se acercó a preguntar a una azafata que qué pasaba con los viajeros a Pekín:
- Sí señor, vaya con mi compañero. Le asignará un vuelo enseguida.
Por lo que nosotros dijimos:
- ¿Y los que vamos a Shanghai?
A lo que la azafata nos contestó:
- ¿Van a Shanghai? Bien, embarcarán en el próximo vuelo a Ámsterdam.

No tuve palabras para aquello... bueno, ¡qué narices! ¡Se las dije! ¿Cómo pueden ser tan poco profesionales como para no preguntar a la gente a qué destinos van para asignarles vuelos o no? O sea, que si no decimos nada ¿no quedamos en tierra?

Por fín embarcamos alrededor de las doce de la noche, dispuestos a volar a nuestro destino de paso. Yo ya no pensaba en el miedo a volar. Simplemente me senté, me dormí hasta que trajeron la cena y volví dormir...

Continuará...

4 comentarios:

- dijo...

he chaval! mi abogado se pondrá en contacto contigo!
que tal, se vende? tienes datos de eso? No lo destripes que la gente si no pasa de comprarlo!

No sé cuando es el puente, es este finde?

álvaro ortiz dijo...

no voy al angulem co, este año nos vamos a bolonia a la feria de ilustración, a ver que se cueceee

Anónimo dijo...

Hey Diego, esta tarde me compré el cuaderno en Taj Majal y em lo acabo de leer en una sentada.

Enhorabuena, por un album tan original, personal y divertido !!!

Anónimo dijo...

A mi lo máximo que me han hecho es traer las maletas en otro vuelo y tener que volver al aeropuerto a buscarlas. Leyendo tu odisea, no puedo quejarme, la verdad.
Confío en que nos veamos en el salón de Barcelona (fijo que en el stand de Diábolo nos enganchas a mí y a Roger).
Un abrazo, Diego!

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